martes, 6 de agosto de 2013

El principe

- Te prometo que no te va a doler -
- Eso dijo la ultima vez principe. Y fue doloroso-
-Si pero es un dolor que te gustara -
El principe se encontraba encima del ama de llaves, recostados en la cama de la habitacion real.
Ella tenia puesto un uniforme de maid tipico, negro y largo, el principe le habia desabrochado los primeros 3 botones del vestido, dejando ver su escote pronunciado, y su corpiño rojo.
Aunque esto no le interesaba al principe.
El corrio los cabellos de ella dejando al descubierto su cuello blanco. Aun se veian las marcas de su anterior encuentro.
Se acerco a su cuello y lamio sus marcas, como tratando de curarlas. Dejo ver sus blancos y afilados colmillos que parecian brillar en la oscuridad de esa habitacion que solo era iluminada por una tenue luz que salia de las cortinas.
Clavo sus colmillos en la piel de la muchacha, haciendo que esta gritara de dolor, mezclado con un sentimiento de gozo, si bien era doloroso, sentia que un fuego le recorria el cuerpo haciendo que sus mejillas se tornaran rojas.
Abrazo al principe mientras el succionaba su sangre con ansiedad.
-Prin-ci-pe- decia agitada la sirvienta.
-Ah tu sangre es tan deliciosa, me gustaria tanto comerte-  le dijo acariciandole la mejilla.
-mmmh Principe yo..- de repente las puertas se abren y entra el secretario del principe corriendo.

-Principe, se necesita su presencia en..- el secretario al mirar la escena se quedo perplejo.
-Principe que esta haciendo?-
-Solo estaba probando un bocadillo- dijo acomodandose su ropa- Ya puedes volver a tus tareas hermosa- le dijo al ama de llaves mientras la ayudaba a levantarse de la cama.
- S.si principe. Con su permiso- y haciendo una reverencia se despidio de el y del secretario y salio de la habitacion.
-Principe- dijo el secretario conteniendose- usted no deberia tomar esa sangre de personas corrientes, usted como el ultimo pura sangre de su especie tiene a sus pies a las candidatas de la mas alta sociedad dispuestas a entregarse en cuanto usted se lo pida-
- Se se ese discurso ya me lo has dicho millones de veces Daniel- dijo el principe de una forma mas cordial refiriendose al secretario quien tambien era su amigo de la infancia- pero es que esas chicas de la "alta sociedad" tan estiradas, aunque hermosas, su sangre no tiene nigun tipo de picante ni gusto exotico para mi.
-Pero Principe, yo no logro entender ese afan que tiene usted de buscarle gusto a la sangre, acaso no saben todas de la misma manera?
-Claro que no, no todas saben igual. Hay una especial. Una chica, su sabor es unico, si tan solo, si tan solo pudiera recordar quien es- dijo el Principe con un tono de tristeza y melancolia.
-Principe - dijo Daniel preocupado
- Y que era eso tan importante que tenias que decirme Daniel?-
-eh Ah si!! lo esperan en la sala de juntas en este momento.

El Principe se dirijio a la sala de juntas acompañado de Daniel. Al abrir las grandes puertas del lugar se encontro a los ancianos de la corte acompañados de los jefes militares, todos sentados a lo largo de una mesa redonda.
-Oh principe Julian- exclamo uno de los ancianos desde el fondo de la sala- lo estabamos esperando.
-Que es lo que sucede? estaba comiendo- dijo el principe sentandose en su trono.
-Bueno señor, hay un asunto grave que hay que tener en cuenta.-
-Hemos decidido iniciar los tratados de paz con los paises de los volcanes-
-Los paises de los volcanes? se refieren a Ramadían y Zulubuel?
-Asi es su majestad, si bien nuestro pais Vertoia ah sido protejido por sus poderes sobrenaturales y los de todos sus antepasados, nosotros pensamos que seria mejor llegar a un acuerdo con los otros paises y conseguir la paz que tanto ancian nuestros ciudadanos.
-Me parece muy bien. Eso es todo?-
-Bueno señor, la verdad, hay una condicion para lograr este tratado- dijo uno de los ancianos
-Condicion?-
-Una boda señor-
-Una boda? y quien se casa con quien?-
-Pues usted señor, con la princesa del reino de Ramadian-
-QUE YO QUE!!! CASARME?!-
-Señor calmese- dijo Daniel interviniendo repentinamente.
-Principe, esta es la unica forma. Usted tomaria el puesto de Rey y podriamos estar en paz despues de años de guerra.-
-Pero casarme? con la princesa de Ramadian?-
-Bueno.. no creo que quiera casarse con el principe de Zulubel?- bromeo Daniel en mal momento.
El principe lo miro con ira, pero sabia que Daniel solo intentaba calmar la situacion.
Julian respiro hondo y miro a los ancianos.
-Lo siento mucho por mi reaccion. Si bien entiendo la importancia de este tratado de paz, me gustaria tener tiempo para pensarlo con claridad.
-Entendemos su postura señor, pero solo tenemos un par de dias para concretar el acuerdo-
-Esta bien, lo entiendo, solo dejenme unos momentos a solas- y diciendo esto, Julian se fue de la habitacion a toda prisa. El castillo era enorme, tenia ventanales de cristal con formas de santos y angeles, la pequeña luz solar que salia de ellos le causaban incomodidad. Era un vampiro despues de todo, el ultimo vampiro sangre pura.
Su familia habia protejido el reino de Vertoia desde hace mas de un siglo, no eran esos simples vampiros de las novelas que solo succionaban sangre y seducian mujeres.
No, ser vampiro era ser un mounstruo. O mas bien llevar un mounstruo, muy dentro suyo, con poderes tan incontrolables que si lo dejara salir, podria destruir todo a su alrededor in diferenciar amigos de enemigos.
Gracias al collar que llevaba consigo siempre, un hermoso collar con una piedra redonda y roja, podia mantener controlada esa bestia dentro suyo, y a veces pedir prestado sus poderes tan oscuros y usarlos en batalla, que siempre le garantizaba la victoria a su gente, pero que tambien le quitaban gran fuerza vital.
Siempre se habia tomado su vida a la ligera, dispuesto a sacrificarse por su gente en cualquier batalla.
Vivia a su ritmo haciendo lo que queria, sabiendo que algun dia esos poderes oscuros dentro suyo podrian terminar acabando con su vida.
Casarse, seria como acabar con esa libertad egoista con la que habia vivido siempre. Si bien podria ser el fin, el fin a la sombra de la muerte que lo perseguia desde que habia nacido, consolidar la paz entre los paises, podria traerle paz a el mismo, el no sabia si podria acostumbrarse a la vida de un simple rey que daba ordenes desde su trono y que jamas seria contradecido en nada.
Una vida aburrida para el, que siempre vivio pensando en que podria morir.
Pero tambien, todo por lo que habia luchado era por mantener su pueblo, su gente, las personas que creian en el y lo veneraban, por mantenerlos en paz y con una vida tranquila.
Esto les aseguraria esa tranquilidad por la que habian luchado sus parientes desde hace años.
Por lo que pensandolo asi, la respuesta era obvia.
Sacrificaria su libertad, por la libertad de su pueblo.
- Principe, esta usted bien?- le pregunto Daniel que lo habia seguido preocupado.
-Daniel, diles que ya tome mi desicion-
-Su desicion?-
-Preparen todo, me casare, por la paz de todos, lo hare-